Cardeña, la única cerveza trapense española
Como importadores oficiales de la mayoría de las cervezas trapenses, Cervebel ha estado siguiendo muy de cerca el proyecto del monasterio trapense de Cardeña, en Burgos, de donde nace la primera cerveza trapense española. Con el lanzamiento de su tercera referencia, la Quadrupel, el pasado mes de septiembre, hemos querido incorporar su gama completa a nuestro catálogo para que podáis tener acceso a ellas.
Los orígenes de la cerveza Cardeña
El origen de la cerveza trapense Cardeña se sitúa en 2014, cuando los monjes del monasterio trapense de San Pedro de Cardeña quieren inspirarse en las cervezas trapenses para elaborar la suya propia, siendo conscientes del éxito y prestigio mundial que atesoran las cervezas trapenses.
Dom Roberto, el Abad del Monasterio San Pedro de Cardeña, en búsqueda de nuevos recursos para mantener la comunidad del monasterio y su importante patrimonio cultural, viajó hasta Bélgica para mantener una reunión con la AIT (Asociación Internacional Trapense) para ver si se podría unir a la familia de las cervecerías trapenses establecidas.
A partir de ahí arrancó el proyecto con una primera cerveza de prueba en 2015, la Cardeña Tripel, elaborada por el maestro cervecero escocés Bob Maltman, quien cuenta con una dilatada carrera en el sector. Mientras tanto se fue estudiando la posibilidad de instalar una cervecería dentro del monasterio, como marca la norma de la AIT para obtener el sello trapense.
La comunidad de monjes, debido a diferentes dificultades, finalmente decidió que no se construyera la fábrica y seguir con la colaboración con la cervecería de Bob Maltman en El Espinar (Segovia).
Dado que la cervecería finalmente no se instaló dentro del monasterio, como exigen los requisitos de la Asociación Internacional Trapense (a la que pertenecen), necesarios para obtener el sello hexagonal que certifica el producto como Auténtico Producto Trapense, las cervezas de Cardeña no llevan dicho sello oficial en su etiqueta.
Aún así la Asociación Internacional Trapense, las considera cervezas trapenses, al estar su elaboración supervisada por los monjes. Lo que significa que los monjes son dueños de la marca, por lo que pueden utilizar el término “trapense” en la etiqueta de las botellas.
No obstante, los monjes han continuado su asociación con la cervecería Maltman y ampliaron su selección de cervezas añadiendo una cerveza de estilo doble (Cardeña Dubbel) y una de estilo cuádruple (Cardeña Quadrupel) a su gama. Aunque el proceso de elaboración de la cerveza se lleva a cabo fuera del monasterio, los monjes mantienen una supervisión completa de la elaboración de sus cervezas.
Los monjes trapenses de la comunidad de San Pedro de Cardeña asumen la importante responsabilidad de preservar su rico patrimonio artístico y cultural. Al mismo tiempo, también deben atender sus propias necesidades cotidianas. Respetan el principio fundamental expuesto por San Benito: “Ora et Labora” (Rezar y Trabajar).
Para generar los ingresos necesarios, no sólo cuentan con las ventas de la cerveza. También lo hacen con la variada oferta de diferentes productos elaborados por los monjes que benefician directamente a la comunidad monástica y no persiguen ánimo de lucro, como vino de mesa, chocolate, queso pecorino de cabra y licores bajo la marca “Valdevegon”.
La historia del monasterio de San Pedro de Cardeña
Los orígenes del monasterio de San Pedro de Cardeña resultan en parte misteriosos por la falta de documentación extensa y precisa en relación a su fundación. Algunas fuentes apuntan a que sus orígenes antiguos posiblemente provengan de una abadía visigoda, aunque esto es más una leyenda que un hecho. Los historiadores benedictinos tradicionalmente ven este monasterio como la fundación inaugural de la orden en España.
Se cree que el monasterio pudo haberse fundado a finales del siglo IX. El documento más antiguo existente que hace referencia al monasterio data del año 902. En este documento se detalla una donación realizada al monasterio por el Conde Gonzalo Téllez y su esposa, Lambra.
En el año 934 tuvo lugar un episodio crucial y trágico en la historia del monasterio. En pleno apogeo del Califato de Córdoba, las tropas árabes lideradas por Abd al-Rahman III arrasaron el Monasterio de San Pedro de Cardeña, provocando el martirio de sus 200 monjes. Estos monjes, posteriormente denominados Mártires de Cardeña, fueron canonizados en 1603.
Sin embargo, el monasterio experimentó un rápido resurgimiento. Pronto fue repoblado y recibió el favor de los condes castellanos Fernán González y García Fernández. Con su apoyo, el monasterio recuperó rápidamente su importancia e influencia, estableciéndose finalmente como una de las instituciones monásticas más dominantes de Castilla. Este período de prosperidad también marcó el comienzo de una era de renacimiento artístico y cultural para el monasterio.
Con el paso de los años, el protagonismo del Monasterio de San Pedro de Cardeña fue decayendo. Inicialmente pasó a formar parte de la Congregación Benedictina de la provincia de Toledo y posteriormente pasó a depender de la Congregación Observante de San Benito de Valladolid. En 1835, se abandonó el estilo de vida monástico en San Pedro de Cardeña durante un largo periodo de pausa que duró hasta 1942.
Durante este vacío de algo más de un siglo, el monasterio sufrió diversas transformaciones. Uno de sus períodos más sombríos fue durante la Guerra Civil cuando fue reutilizado como campo de concentración. Más de 4.000 prisioneros republicanos fueron detenidos aquí por el régimen de Franco.
El periodo de decadencia se interrumpió en 1942 cuando los monjes cistercienses de estricta observancia, también conocidos como trapenses, se instalaron en el monasterio. Estos monjes procedían del monasterio de San Isidro de Dueñas en Palencia y dieron nueva vida a las históricas murallas de San Pedro de Cardeña.
El monasterio, patrimonio histórico
El monasterio trapense de San Pedro de Cardeña ha sido declarado BIC, “Bien de Interés Cultural”, en reconocimiento a su importante valor artístico e histórico. El ilustre caballero español, El Cid, residió aquí antes de embarcarse en su misión de conquistar Valencia a los musulmanes en nombre del rey de Castilla. Durante su campaña confió la seguridad de su esposa y sus dos hijas al cuidado del abad San Sisebuto.
La gran entrada del monasterio muestra de forma destacada una representación de El Cid luchando contra los musulmanes. En el interior de la iglesia, la Capilla del Cid alberga los sarcófagos del Cid y su esposa, Doña Jimena, que fueron esculpidos a finales del siglo XIII por orden de Alfonso X el Sabio.
Construida en el siglo XIV, la iglesia gótica existente ocupa el sitio de una estructura románica anterior. De esta época anterior aún se conserva intacta una torre del siglo X. Cabe destacar que el monasterio también cuenta con el Claustro de los Mártires, construido en el siglo XII. Se cree que este claustro, con sus impresionantes pilares y arcos románicos, es el lugar de enterramiento de los 200 monjes que fueron asesinados trágicamente por los musulmanes en el año 934.